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domingo, 19 de mayo de 2013


"NO ME ESTÁ PERMITIDO DARME POR VENCIDO"
Por: José Chacchi Paniagua

Cuando conocí a Marco, un taxista de 35 años, proveniente del bellísimo departamento de Ayacucho, Huamanga para ser más exacto me di cuenta que estaba frente a un hombre diferente. No es casado, pero sí convive con una mujer que le hace su vida, como él mismo me dice "más llevadera". Tiene un solo hijo que lleva el nombre de su padre que aún sigue vivo: Luis. Él es su motivación, el motorcito de su vida con apenas 5 años se sube a su pequeño tico blanco y simula manejar por las vías más peligrosas de esta ya peligrosa ciudad "Algún día tendrá que manejar su propia vida y estaré ahí para aconsejarle", pero por ahora, lo baja con amor y le dice, con un toque de broma y algo de realidad, que la próxima vez que suba a conducir un auto que sea el suyo y no sea para trabajar.
Este esmerado padre de familia reside en una pequeña casa alquilada por la zona de San Juan de Lurigancho, en el AAHH José Carlos Mariátegui, específicamente. Esta la paga con aquello que mensualmente puede percibir económicamente, un promedio de 750 soles. No le alcanza quizás para comprarse un dulce cuando le se le antoje o un cigarrillo para este frío, aunque no fuma. Pero si le alcanza para comprarle globos rojos que le gustan tanto a su hijo y una rosa de plástico para mantener viva la llama del amor. Su hijo es muy pequeño para ayudar, pero muchas veces recibe ayuda de su padre que también taxista. "Ha habido oportunidades que él tenía un cliente que recoger y me ha llamado para que yo lo haga, claro, es un ingreso extra" Y luego se ríe, agregando "muchas veces los clientes vuelven a llamar, pero no a mi padre sino a mí ja ja ja". Quizás le quita sus clientes pero son, sin duda, un ingreso más para la casa porque aunque haya muchas necesidades su pequeño Luisito como él lo llama siempre lo recibe con un beso diciéndole que está feliz con él.
Su vida estudiantil fue muy irregular, terminó su secundaria en un colegio cerca de su domicilio, nunca fue un alumno modelo, por ello que desde que era joven le dijo a su padre que los estudios no eran para él, aunque siempre le hubiera gustado saber de mecánica, pero ahora lo sabe no por haber cursado algún estudio sino porque su carro se para malogrando y la necesidad ha hecho que aprenda. "La necesidad es la universidad de la vida" me comenta sonriente. Afirmo con la cabeza tal juicio de valor digno de un sabio.
Para él, la felicidad no es conseguir el mejor auto ni bañarse en dinero, sino llegar a su casa y ver a su mujer junto a su pequeño hijo con las ansias de verlo y abrazarlo. Este pequeño hombre no tiene alguien con quien pueda charlar, solo, a veces, su esposa, pero no lo prefiere hacer por no querer causar problemas. Quizás de lo que se arrepiente es no haber aprovechado cuando sus padres lo quisieran apoyar, pero no hay nada qué hacer, solo seguir adelante.
Cuando se le pregunta sobre el temor más grande que tiene, se pone pensativo, no sonríe, mira al suelo y dice "que mi hijo termine como yo". Me confiesa que su padre también temía lo mismo y siempre trata de indicarle a su hijo que el estudio es lo mejor que puede tener una persona y la mejor herencia que le puede dar. Todos los días reza a Dios para que le dé fuerzas, para que no le falte el alimento y sobre todo para que cuide a su familia. A veces sonríe cuando le hablamos de política ya que él cree que todos son unos corruptos ya que se olvidan de aquellos que le brindaron la confianza cuando ingresaron al gobierno.
Su familia es muy importante para él, su familia es lo primero. Lo que le podría decir a la juventud es que deben seguir adelante y no dejarse llevar por simplemente cosas pasajeras, por los amigos momentáneos, sino siempre pensar en lo que más adelante vendrá.
"A veces, uno se cansa, uno se cansa de ver siempre lo mismo." Eso me dice y no entiendo aún a qué se refiere. La última vez que celebró su cumpleaños lo hizo trabajando hasta tarde. Recuerda que su esposa lo esperó hasta tarde con su hijo despierto para poder abrazarlo y decirlo lo importante que era para él. Hay cosas que deben cambiar, me dice, los pobres que trabajan mucho deben ganar más y no seguir presionándonos más.
Tiene mucha razón, la misma razón que tienen aquellas personas que trabajan de sol a sol en míseras condiciones para llevar un pan a casa. Lamentablemente, como él lo menciona, nadie los defiende. "Ser taxista es un peligro, nadie se preocupa de nosotros porque hay un grupo de vándalos que ocultándose en este oficio comienzan a robar o secuestrar; pero no somos todos, solo es un grupo. ¿Y los demás? No hay un seguro del taxista, propiamente dicho. Se preocupan porque cumplamos las leyes, pero acaso se preocupan por nosotros." Y todo lo que menciona Marco tiene mucho de verdad. Ni la Municipalidad ni el Estado presenta una preocupación acerca del bienestar del taxista. "Todos los días que salgo a trabajar no sé si regresaré vivo con o sin auto" Nos cuenta, como manera de anécdota, que una vez a un colega de trabajo le robaron su auto, un señor lo llamo diciéndole que a él se lo habían vendido, pero que no lo quería y deseaba vendérselo, ¿has escuchado?, ¿venderle el auto que le costó a mi amigo todos los ahorros de su vida? Lamentablemente, no había otra opción. Se pidió un préstamo y hasta ahora lo sigue pagando" Me despido con una pregunta amarga entre los dientes y que quizá, hasta ahora, nadie podrá darme una respuesta ¿Hasta cuándo estaremos aguantando tanta delincuencia y corrupción?  

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