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domingo, 19 de mayo de 2013


ME ESCAPÉ A LOS 17 Y ME QUEDÉ SOLA CON MIS 11 HIJOS
VILLAR SOTO, GIANINA

Graciela Ramos, de 74 años de edad,  acababa de salir de misa en la parroquia San José Obrero, en Barranco, al encontrarla mostró suangelical sonrisa sobre el rostro y contó muytranquila, todo lo que tuvo que pasar, luego que su único amor la abandonara nada menos que con sus 11 hijos.
“Mamita Chela”, como la llaman cariñosamente sus hijos, nietos y bisnietos, es la súper mamá que con coraje sacó adelante a sus hijos y hoy goza de su “juventud”, como ella menciona.
Nacida en Ica y educada junto con sus padres y tías, festejaba en casa, su cumpleaños número 17. Su padre tuvo la maravillosa sorpresa de llevarle el conjunto criollo que tanto anhelabaa su niña de ojos verdes. Graciela bailó hasta ya no más, la orquesta era todo un encanto, y ella no tuvo mejor regalo que conocer  al vocalista del grupo, un joven moreno, de ojos saltones, de quien se enamoró a primera vista y aunque le llevaba varios años de diferencia, para ella no tenía importancia.
Graciela y él conversaron largo rato, luego de aquel día él la pretendió, tuvieron un amor a escondidas, hasta que llegó el día en el que decidieron escaparse. Se fueron a Tacna, el joven de la prodigiosa voz tenía varias presentaciones, y ella encantada de su compañía, lo seguía a donde fuese.
Pero  familia de Graciela se enteró dónde estaban escondidos, por lo que decidieron venir a vivir a Lima, la pareja aún no sabía que Chelita llevaba un retoño en el vientre.
En Lima, las cosas eran difíciles, el vientre de Graciela se mostraba cada vez más grande y Filiberto no conseguía un trabajo estable. Vivieron en Chorrillos y en parto normal, nació el primer bebé los prófugos enamorados.
La criatura, en excelentes condiciones de salud era música para la vida de Graciela y Filiberto. Sin embargo tres meses después no sabrían lo que sucedería, muchas enfermedades para ese entonces, eran prácticamente incurables.
“En esa época no se podía tratar la neumonía, no había cura”, dijo la “mamita Chela”, apenada de recordar el suceso. El bebé de Graciela, Julio César, una mañana, luego de tanto sufrimiento, finalmente falleció.
Llena de dolor y desesperación, entró en una etapa de depresión, “lloraba todas las noches, mi primer hijito había muerto y mi familia no sabían ni donde estaba”. Para su suerte, aFiliberto le sale un contrato para cantar en provincia, motivo por la que la dejó unos días y poco tiempo después, Graciela vuelve a salir embarazada.
Elizabeth era ahora, la hija mayor, Filiberto tenía constantes trabajos en provincias, por lo que viajaba muy seguido, dejando a Graciela en Lima por largos tiempos, “siempre venía con dinero, compraba cosas para la casa, no era un mal hombre”.
“Pude contactarme con mi familia, pero no pudieron ayudarme mucho, aunque eran acomodados”, afirmó la mamita Chela. Ella sentía que los había defraudado y que las cosas ya estaban hechas, no podía lamentarse.
Diez partos normales y una cesárea. Nació Álvaro, Patricia, Giovanna, Jorge, José, Gladys,Jeanet, Jeny, Victoria y Luis. La gran familia, “queríamos tener a nuestro equipo de fútbol”, dijo risueña Chelita.
Todos estudiaron en colegios del Estado, increíblemente estuvieron en los primeros puestos. “Me daba fuerzas sus logros, todos traían sus diplomas”.
Elizabeth, primer puesto desde inicial hasta terminar su secundaria, estudió computación y ahora secretariado. Álvaro, un as en el ajedrez, se amanecía compitiendo contra adultos en la liga de ajedrez de Chorrillos. Patricia, se casó muy joven, producto de un amor clandestino, Giovanna, Gladys, Jeny y Jeanet eran las fiesteras. Jorge y José los inseparables y Luis, el menor y engreído.
Filiberto era muy celoso, muy estricto también, “se sentaba a la mesa con un palo, todos tenían que aprender a sentarse, a tener modales, tenían que aprender a comer”.
“Las cosas eran difíciles, como él no paraba siempre en casa y necesitábamos el dinero tenía que buscármela”. Ella trabajaba de cocinera, llegaba a las 3 de la madrugada con la comida que sobraba en el restaurante donde trabajaba, traía el alimento en ollas para el almuerzo del día siguiente y en el paradero la esperaba Jorge, uno de sus hijos. “Me traía incluso la corteza de los panes de molde, que se usaban para hacer los triples, los comíamos en el desayuno”.
“En Navidad sólo comíamos biscochos, esos los de 10 centavos, dos para cada uno y una taza de té”, nos cuenta la mamita Chela; sus hijos esperaban al día siguiente de Navidad y Año Nuevo para buscar los cuetecillos en la calle, esos que no habían reventado.
La situación con Filiberto ya estaba dañada, él se ausentaba cada vez más, y con la llegada de Luis, el último hijo, su esposo se fue definitivamente. Graciela se volvió a deprimir, el amor de su vida, por quien dejó su juventud y a su familia, la abandonaba con sus once hijos.“Cuando Filiberto nos dejó, a los dos años mis tres primeros hijos se casaron y se fueron de casa, me quedé con los 8”.
Pero no era novedad que desde pequeños todos trabajasen, “mis hijos desde pequeños, tocaban las puertas pidiendo periódico, tomando el nombre de la iglesia San Pedro, y como en ese tiempo no habían bolsas, ellos vendían periódico en el mercado y me ayudaban con algo”.Jorge, trabajó desde sus 8 años, vendiendo además, marcianos con José, de 6 años de edad.
Cuando sus hijos mayores se casaron, Jorge tenía 15 años y entró a trabajar en una mecánica, luego a una industria de envasados, la mayor parte de su sueldo era para apoyar en casa.
Los menores seguían en el colegio, su padre les hizo bastante falta, sobre todo porque a ninguno se les pudo dar estudios superiores, todos debían apoyar al que seguía. Sin embargo, cuando formaron sus familias comenzaron a crecer.
José estudió administración de empresas en un instituto y Elizabeth secretariado. Luis y Jeanet se fueron a España hace varios años y gozan de una mejor calidad de vida. Gladys y Jeny son dueñas de varias tiendas y Spa’s, Giovana tiene su casa de playa, Victoria está estudiando cosmetología.
“Mi esposo regresó, luego de varios años”, mencionó la mamita Chela. Ella ya se había mudado, vivía con su hijo mayor, quien se separó de su esposa. “Filiberto regresó enfermo, y casi nadie quiso ir a visitarlo”.
Al parecer el cantante, que era conocido por distintos artistas mediáticos, había dejado lo que más le gustaba, la diabetes y una herida en su pierna hizo que regresara arrepentido a los brazos de Graciela, su siempre dulce y amorosa compañera, sin embargo ella ya no estaría para él.
Todos habían crecido con cierto resentimiento, casi ninguno quiso ir a verlo, Jorge fue el hijo que estuvo más pendiente de su progenitor, lo llevaba al hospital y le compraba sus medicamentos.“Los amo a todos, siguen siendo mis pequeños, pero Jorge es mi preferido, fue quien más me apoyó, es el más noble”.
“Cuando Filiberto falleció, hubo otro alboroto”, resulta que el moreno de voz prodigiosa, tenía familia también en Lima, Miguel, sería el hermano mayor, incluso del fallecido. “Conocí a su otro compromiso cuando lo velaban”, los rumores se expandían, al parecer durante sus viajes tendría otros hijos más, “felizmente no todos llegaron al velorio, sino yo lo sacaba del cajón”, dijo Graciela mientras se reía.
Miguel, el hijo mayor de Filiberto, aprendió a sobrellevarse con sus medios hermanos, Graciela lo conoce y nos dice “es un buen muchacho, no tiene la culpa de lo que hizo su papá”, al parecer el hermano mayor, se habría ganado a la familia.
“Yo estoy tranquila, no reniego ni he renegado casi nunca, puedes preguntarle a cualquiera de mis hijos”, dijo la mamita Chela. Al parecer los golpes de la vida la han vuelto fuerte, sin embargo sigue siendo dulce.
“Mis hijos se pelean para visitarme, si me voy a la casa de uno, el otro se queja porque piensa que tengo preferencias, y así me pasa con todos”.
Con 28 nietos y 11 bisnietos, ella continúa siendo un encanto, es como la mamá gallina, siempre dispuesta a jugar y cuidar a sus pequeños. Viaja a menudo a visitar a su familia en Ica, sus hijos y nietos también van a pasar las vacaciones allá, la “mala racha” ha pasado.
Ella no tiene vicios pero nos dijo, “Me gusta jugar con los casinos y el bingo” y al parecer sería su única distracción. “Tengo mis amigas en el tragamonedas, pero el doctor me ha prohibido estar en ese ambiente”.
“Me siento contenta, creo que soy una buena mamá, ahora voy a vivir mi soltería” dijo riéndose la mamita Chela, quien hoy vive con Elizabeth, en Barranco.“Todos vienen a visitarme seguido, me acaban de decir que mi hijo de España, llegará el próximo mes”.
Después de tantos años de lucha, a nuestra mamita Chela le toca disfrutar, dejándonos su perseverancia, paciencia y amor, como ejemplo de vida. Ella es nuestra súper mamá.




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