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domingo, 19 de mayo de 2013


"EL TIEMPO VALE MÁS QUE EL DINERO"


POR ELIZABETH MEDINA MARTÍNEZ 

Dicen que todo empleo es digno, pero no todos son suficientes para alguien que tiene un hijo. Lidia Carlevarino Vela, tiene 23 años. Es una joven vivaz y a simple vista nadie imagina que es madre de un hermoso niño de 2 años. Ella vive en el distrito de la Perla, en el Callao. Ha vivido allí toda su vida desde su nacimiento, su hermana mayor vive en España y ella es la última de ocho hermanos, la engreída como todos dirían. Fue una chica inquieta y revoltosa, las drogas aparecieron un día en su camino llegando a tener problemas con la policía por una pelea callejera en la que participo pero lucho por  salir de esta situación, estudio secretariado un tiempo pero por problemas económicos se vio obligada a abandonar la carrera. Comenzó a trabajar a los 17 años, pese a todo siempre ha sido muy independiente. Su primer empleo: Vender ropa en una galería de Gamarra. En aquello le fue bien pero quedaba demasiado lejos de su domicilio, decidió probar suerte y con tan solo 19 años comenzó a trabajar de azafata en un restaurant ubicado en el distrito de San Miguel llamado: “Sabukka”. Le dedico dos años a este trabajo, se gano la confianza de los dueños y poco a poco se convirtió en la azafata principal y más experimentada. Cuenta que en su primer día, las azafatas antiguas intentaron aprovecharse de ella mandándole más obligaciones que a las demás pero ella nunca se dejo. En su vida personal, Rubén Guevara es su pareja sentimental desde el colegio, allí estudiaban juntos. No hacían planes a futuro pero cuando ambos tenían 21 años, ella quedo embarazada. Fue una decisión difícil dada la importancia que tendría en la vida de ambos, las familias no estuvieron muy contentas en un primer momento pero aceptaron su decisión de tener al bebe y los apoyaron como pudieron. Ella jamás pensó en el aborto, para ella esa es la decisión más cobarde que una mujer puede tomar. Las cosas no fueron fáciles, tuvieron que instalarse en el segundo piso de la casa de su suegra pero poco a poco se la ingeniaron para que Geremy Luciano llegara a un hogar cómodo. Rubén ingreso a trabajar en el serenazgo del Callao, donde labora actualmente. Lidia trabajo en “Sabukka” hasta que tuvo una complicación con su embarazo y esto la obligo a abandonar su empleo. Luego del parto ella se tomo seis meses para ser madre por completo, luego de eso la situación la obligo a buscar trabajo nuevamente, “Sabukka” volvió a abrirle las puertas y ahí trabaja desde hace 1 año. Todos los días, se levanta temprano, deja el almuerzo listo y a las 10:00 lleva a su “príncipe” a la guardería para luego dirigirse a su trabajo. El restaurant donde ella labora se ubica en Jr. Intisuyo 337 en Maranga, San Miguel. La especialidad son los pescados y mariscos pero también se encuentran platos criollos y comida internacional. El restaurant inicio siendo un pequeño huarique, era tan solo una cochera y poco a poco se fue expandiendo. El local le pertenecía a una junta de socios conformados por la familia Arnaiz, para luego ser vendido en su totalidad a su actual dueño: Manuel Arnaiz Carrizales. El nombre significa “sabor” en africano, la única competencia de dicho local es el restaurant del mismo rubro que esta ubicado justo al lado: “El Chef y el Mar”. Ella me cuenta que “Sabukka” tuvo excelentes épocas, hace 15 años que abre sus puertas al público todos los días. Antes no los afectaba la competencia, había público suficiente para ambos locales. Hoy en día, su demanda ha bajado un poco, suele hacerlo por temporada de invierno pero se debe más que nada a su inestabilidad por parte del personal. Sus jefes son buenas personas, pero no por ello dejan de sentirse presionados en uno que otro momento al ver que su negocio no mejora, su jefe es de aquellos a los que les cuesta controlar sus impulsos. La selección del personal esta a cargo de la mama de su jefe, la señora Olga Carrizales Stoll. Buscan jóvenes, dinámicas, carismáticas y con buen trato al público, lo más importante tener disponibilidad de trabajar desde las  9:30 de la mañana hasta las 5:30 de la tarde. Si, este es su empleo pero Lidia asegura  que tiene sus pro y contras, una ventaja es la flexibilidad en el horario que se le otorga por su condición de madre y en el conoce a todo tipo de persona, una de las desventajas de este trabajo es la informalidad, ella no esta en planilla y ni siquiera gana el sueldo mínimo. No se respeta su horario de trabajo, no le reconocen horas extras. Si el cliente que va al local es un comensal ya conocido están obligadas a esperar que se retire. Además el local cuenta con todos los permisos en regla, pero hace poco tuvieron un cierre temporal ordenado por la SUNAT por no entregar boletas y facturas. Ella  y el equipo de chicas que laboran aquí, 6 en temporada de verano y 3 en invierno, lucen un uniforme dorado con un sencillo mandil negro. El cual se les proporciono hace solo 2 semanas, reemplazando al polo blanco que llevaban todas en el verano. El uniforme corre por cuenta del dueño, pero al finalizar sus labores todos deben devolverlo. Estas son las condiciones en las que  Lidia labora, podría encontrar trabajo en otro lugar donde recibiría mejores remuneraciones y beneficios pero eso significaría sacrificar su rol como madre. Si el restaurante cerrara, ella se vería obligada a aceptar nuevamente su antiguo trabajo. Tendría que buscar a alguien con quien dejar a su hijo, alguien que le brinde seguridad  y confianza por que el lo es todo para ella. Es el motor que impulsa su  vida y por  el cual esta dispuesta a seguir con su empleo que si bien no satisface todas sus necesidades, al menos le da tiempo para ser mamá. 

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