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domingo, 19 de mayo de 2013

ENTREVISTA


En lo más alto del cerro, a punto de tocar el cielo…


Editora: Lily  Pizarro  Molina



Subiendo por los peñascos entre grandes figuras remontadas por un aire no menos ligero que el de la tierra arenosa, se encuentra la pequeña casita de esteras de Joaquina Gonzales que vive en el Cerro “Nuevo Amanecer” por Palao en el distrito de los Olivos, desde muy joven se quedo en la orfandad, y paso por crudos momentos que la calle propicio, a los 15 años se dedico a vender caramelos por la av. tomas valle, su juventud fue muy difícil, vivía junto a sus tíos y estos no le daban comida si no regresaba con el dinero, sufrió muchos maltratos, ahora esa pequeña de enternecedora mirada se ha ganado un puesto en el cerro y es un gran anticuchera.
Esta es la historia de la señora Joaquina Gonzales, madre de tres hermosos hijos, y dueña de lo que ahora es un restaurante anticuchero, muy frecuentado por muchos de sus clientes que respetan su sazón y se hacen acreedores del buen gusto de doña Joaquina, es la mayor de tres hermanos, su mamá falleció cuando era muy pequeña y su papá se fue de casa a los 13 años dejándola sola con sus dos pequeños hermanos, fue recogida por una de sus tía que vivía en independencia, su hermanito menor a los 8 años enfermo de una pulmonía y no sus tíos no pudieron hacer nada por curarlo, ya que no contaban con los medios adecuados para poder hacerlo, murió al poco tiempo. Todas las mañanas le encargaba su tía comprar un bolsa de caramelos y venderlo en los carros o en las esquinas, salía con su hermanito  y a pesar de no ganar mucho con aquello se esmeraba y compraba una doble bolsa de turrones para que estos se vendieran más caros, cuando su tía se entero de lo que estaba haciendo la castigo sin comida por dos días.
Una mirada de dolor se sucumbe dentro de nuestros corazones, y se va esfumando con el olor de la candela y carbón, batiéndose con el sonido de la pancita echando fuego; quemándose, a los pocos minutos de relatar esto Joaquina no soltaba el mango de las pinzas y servía amablemente a cada comensal, que en su restaurante afirmaba su buen deleite del comer.
Nos llenaba sentir que la conversación se iba determinando algo más seria, la anticuchera Joaquina viene trabajando hace tres años en el negocio, el primer año fue difícil pero nada la hacía recaer el mayor sueño de su vida, “servir para algo y servir bien”, nos decía, mucha de su clientela son conocidos de por su casa , que humilde y arreglada está entre gigantescas piedras y casitas unas sobre otras , faros que con silenciosas luces vigilan a los vecinos, abajo por el paradero palao arrento un pequeño local , con lo poco que había juntado por quince años, su hermano el segundo la ayuda con el negocio de vez en cuando ya que estudia en las noches.
La venta de pancita, anticucho (corazón y mollejita) no le basta a Joaquina, también vende broaster, hamburguesas y jugos, su microempresa que elaboro con mucho esfuerzo y sacrificio vienen trabajando para ella más de tres personas y se siente inmensamente orgullosa de que lo que ha logrado hasta ahora. Sus ganancias anuales a flote son más 3.750 soles como promedio, invierte parte de la mitad y lo subsiguiente se divide y reparte con sus colaboradores, doña Joaquina a pesar de tener un gran apego a la cocina siempre le intereso seguir un curso donde aprenda la comida peruana, y se ha una grande chef, desde niña creció con un poder mágico para experimentar dentro de la cocina, no tenia los recursos y por eso no lo siguió, su mayor anhelo ahora es que el mayor de sus hijos culmine la carrera de terapia y rehabilitación que lleva en la universidad nacional Federico Villareal, su segunda de sus hijas esta aun en el colegio y el menor también, su esposo era un albañil pero se fue de viaje y nunca más regreso nos comenta Joaquina con una molestia incontenible.
Después de largas horas en la parrilla, mando a una de las chicas que trabaja en el restaurante, a sacar más pancita de la congeladora, tomo asiento y decidió tomar cuentas, compra aproximadamente 8 kilos de pancita y mollejita, 6 a 7 kilos de corazón, y 10 kilos de pollo, lo adresa desde las 5:00 a 6:00 am hasta las 2:30 pm, para que se incurta con el adreso, lo pone en la congeladora hasta las 6:30 pm que es cuando abre su restaurante anticuchero, a veces cuando hay mucha gente lo cierra hasta las 2:00 am.
Tal rutina la mantiene ocupada y siente que a veces no tiene mucho tiempo para pasar con sus hijos pero siempre vela por ellos y siente que como madre va ser y será la mejor que pueda, se ha dedicado siempre mantener una buena comunicación con ellos, pero lamentablemente Joaquina estudio solo hasta la primaria, y la verdad es que se considera algo ignorante de algunas cosas.
Joaquina planea más adelante seguir con el negocio y está teniendo en cuenta en poner otro cerca al boulevard del Royal Plaza, actualmente ha decidido seguir trabajando por conseguir que sus hijos tengan sus propios sueños y que en ellos vean que todo sea hace grande cuando uno se lo propone.
La vida de Joaquina no se la puso nada fácil para tener lo que ahora tiene, muchos de sus trabajos fueron bastante crudos, ganarse un lugar en el cerro que la acogió a los 16 años fue gracias a una lucha constante, en ese entonces una de las personas que conoció como Herminia que se convirtió en su amiga tuvo influencias a la prostitución y ganarse la vida, ella nunca pensó que podía ingresar a ese círculo, fue cuando conoció a su joven novio un apuesto carpintero que tenía una casita de esteras era 10 años mayor que ella y vivía solo por la antena mucho más arriba del cerro, se enamoro perdidamente de él y dejo lo poco o nada que tenia con su tíos, después de un tiempo se entero que estaba casado y ella embaraza de él, sus pequeños momentos de ilusión y que podría siquiera imaginar una buena historia como inicio feliz , se esfumo en 7 minutos y con seis palabras, “me voy de aquí, te dejo…”, la casa que parecía un cuarto con tablas viejas sucias, una cama, una mesita y dos sillas se habían convertido en su todo, y desplego a idea que su amiga le había mencionado alguna vez, estaba a punto de “perder el control” comenta Joaquina entre solloza y un chispazo de luz cayó sobre sus ojos, Ofelia la vecina de al lado la ayudo encontrar trabajo e invirtió todo su tiempo para arreglar su casa , a los dos años siguientes conoce a Julio el hijo de Ofelia era albañil y se enamoraron,  su matrimonio solo duro 12 años, luego él se fue y no volvió hasta ahora.
A sus 44 años de edad Joaquina tiene ahora una casita de cemento y unos hijos que estudian, y un hermano que trabaja,  sabe que lo mejor es darse nuevas oportunidades en la vida, los anticuchos calientes con su papita y choclo no se hacen de esperar y comimos sin dejar rastro de nada, ni de la cremita que acompañaba gustosa la pansita y mollejita.
Terminamos un capitulo que para Joaquina se ha revelado sin más, pero no se han acabo los que están por avanzar y los que vienen para culminar el libro de vida que tiene Joaquina, que en sus pesares y alegrías va  a estar siempre presente. Gracias por compartir con nosotros Joaquina una partecita de todo, que vengan muchos éxitos,y nos alegraremos inmensamente de tu crecimiento.Así nos despedimos de Joaquina y de su anhelado fruto que con cada semillita sembrada se ha visto, así a muchos otros peruanos que reafirman ese sentimiento y se enlazan con una de estas historias que no es la primera ni la ultima, son tantas que no existen dedos para contarlas, y seguir haciéndolo, vidas llenas de ejemplo, de rigurosidad y perseverancia.

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