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domingo, 19 de mayo de 2013


EL GORDITO DE LA MAZAMORRA


Por: Suxe Flores, Sergio y Carolina Casas Llontop.

“El gordito de la mazamorra” es un luchador de la vida, alguien que supo encontrar el dulce en un camino un tanto amargo. A pesar que siempre tuvo que luchar, él no reniega de la vida, por el contrario agradece cada momento que ésta le brinda para disfrutar de su familia y su trabajo.
En Breña, un distrito limeño muy popular, creció Hernán Crisóstomo Huamanchau.  Él vivió en ese distrito junto a sus padres, inmigrantes de departamento de Ayacucho, hasta que cumplió los 5 años. Es en ese año, 1978, cuando llegan al muy joven en ese entonces, distrito de San Juan de Lurigancho. Es aquí donde hoy nos recibe.


UNA INFANCIA DURA

¿Qué recuerda de su infancia?


“Fue una etapa dura, mi padre trabajaba vendiendo periódicos ambulatoriamente, yo tenía que ayudar haciendo lo mismo, pero yo subía en los buses para vender. Mientras eso mi mamá trabajaba en una casa ayudando con las labores domésticas.”

Desde los 5 años es que Hernán trabaja, no le asustan las calles, siempre mira al frente y busca en ese futuro, uno en el que su familia no tenga que vivir lo que él pasó.
A la pregunta de cómo él era en el colegio, nos contestó que siempre se caracterizó por ser tranquilo, bueno en las matemáticas y gran compañero.

EL SUEÑO DE SER INGENIERO

De tener la oportunidad de estudiar una carrera profesional ¿Qué le gustaría haber estudiado o, estudiar en un futuro?
Siempre me gustó mucho las matemáticas, y hasta el momento me sigue interesando estudiar ingeniería civil.
A pesar de que Hernán es papá, su juventud  (tiene 40 años) le permite mantener viva esa esperanza de algún día subirse a un estrado y recibir el título de profesional de la ingeniería civil.

Hernán, en su juventud realizó servicio militar, pero no le llamó la atención y se retiró.

UN DULCE CAMBIO

En la etapa final de la década de los 80´  Hernán conoce a su esposa y madre de sus hijos, la señora Virginia, a ella le encanta preparar dulces como la mazamorra morada, el arroz con leche y tantos otros postres. Aunque ella ahora esté lejos, hace unos años que radica en España, “El gordito de la mazamorra” aprendió los secretos para que sus dulces le queden tan exquisitos como los que su amada esposa solía preparar.

¿Cómo encuentra el negocio de los dulces?

“En el año del 95´ mi esposa tuvo la idea de empezar a vender lo que a ella le encanta preparar, los dulces. Empezamos con la mazamorra morada con el arroz con leche. Después en verano le sumamos la chicha morada y la maracuyá.”
A partir de ahí es que nace el negocio que ahora le da mucho éxito.

“El gordito de la mazamorra” ¿Cómo nace ese nombre?


“Cuando empezamos a vender la mazamorra en Gamarra, en la Victoria, los otros ambulantes de la zona me llamaban “gordito”, entonces, me gustó el nombre y a mi señora también. Decidimos ponerle ese nombre porque es la suma de mi apodo con lo que yo vendo (mazamorra).”
Ahora uno puede encontrar un total de doce “carritos mazamorreros” distribuidos en distintas zonas de San Juan de Lurigancho. El negocio dulce que también está empezando su señora en el país europeo.

Hernán está emocionado porque es uno de los pre-clasificados para intervenir en el más grande evento de gastronomía en el Perú.
“Estoy agradecido con el negocio de la mazamorra por todo o que me da y más ahora que estoy a punto de ser invitado para participar en “Mistura” creo que este evento me serviría para completar otro de mis grandes sueños, poner una dulcería completa con locales bien arreglados y formales. Espero este proyecto se pueda cumplir.”


LA FAMILIA, EL MÁS DULCE DE LOS REGALOS

Para Hernán no existe mejor recompensa de Dios para con él, que su familia. Adora a su familia y la lucha que día a día tiene es por ellos. Sus tres hijos y su señora son el motor de vida de nuestro protagonista.

“Siempre busco que mis hijos tengan lo que yo no pude disfrutar. Lo más importante para mí, es la salud, la educación y la alimentación. ”
Éste pensamiento es la razón por la que sus dos hijas mayores están estudiando en una de las mejores universidades del Perú, ambas están estudiando en la Universidad de Ciencias Aplicadas (UPC), donde ellas se preparan para realizar el sueño de su padre, que también se convirtió en su sueño propio. Ellas estudian para ser unas grandes ingenieras civiles. Así como su padre algún día soñó y que aún mantiene la esperanza de seguir esta especialidad, sus hijas ahora siguen esta carrera. El menor de sus hijos, aún está en la escuela, cursando el cuarto grado de primaria.
“Lo mejor que puedo darle a mis hijos es una buena educación”
Educación para Hernán no sólo es ir y sentarse en una carpeta en una prestigiosa universidad, para él educación también es aquello que los padres deberían inculcar en sus hijos, los valores, la ética y la humanidad.


El hace referencia  a la etapa de adolecente y niño que vivió. Rodeado de jóvenes perdidos en el pandillaje, las drogas y el alcohol; a pesar de vivir en este ambiente, jamás cedió ante estas adversidades y por el contrario “aprendí de lo malo y lo bueno, lo bueno siempre lo busco imitar y lo malo lo aprendo para saber qué es lo que no tengo que hacer…. Además siempre es bueno un poco de calle, siempre ayuda. La defensa personal es importante para no ser otra víctima de la delincuencia.”
En lo que pudimos comprobar es que nuestro “gordito mazamorrero” se alimenta muy bien. “Me gusta mucho la buena comida, mi mamá y mi esposa son buenas cocineras y por supuesto yo también soy muy bueno en la cocina. Siempre me doy mis gustitos con un pollito a la brasa, un buen chaufa o los clásicos platos criollos.”

¿Cómo conoció a su esposa?

“Cuando tenía 14 años, salía con la gente del barrio para hacer deporte y en las mañanas siempre la veía que ella se iba a comprar su pan, entonces me llamó la atención. Empecé por conquistarla desde esa edad, me demoró mucho, pero valió la pena. Perseverar y seguir allí detrás sirvió. (Risas)”

Luego de conocerla y un largo proceso para conquistar a su actual esposa, Hernán y su señora tuvieron su primera niña en el año de 1993, Andrea le pusieron por nombre al primer angelito de su familia. Años más tarde llegó Sandra, la segunda de sus hijas que ahora tiene 18 años.
“Yo en esos años hacía de todo para darles un bienestar económico a mis dos hijas, luego llegó el tercero y último. Con él cerré la producción (risas)”




¿Qué espera de sus hijos?

“Todo padre busca que sus hijos sean mejores que ellos, eso mismo busco yo. Quiero que ellos alcancen terminar una carrera, ser profesionales y que como personas no pierdan jamás la humildad y el amor por su familia. Yo sé que ellos así lo harán porque la enseñanza que les di me asegura eso.”





NADA ES TAN GRANDE COMO EL SENTIMIENTO DESPUÉS DE AYUDAR

Todos los días, Hernán reparte sus dulces en los doce puntos de venta, con su carro rojo año 88´. Luego puntualmente a las 11 empieza a recoger sus ollas y baldes. Él nos cuenta que todas las noches después de recoger todas las ollas, revisa lo que no se pudo vender para luego llevarlo a los centros de rehabilitación de jóvenes con problemas de adicción o pandillaje.
“Lo que no se vende lo llevo a los centros de rehabilitación porque prefiero regalarlo a gente que lo necesita, y no botarlo. Es mejor, además ellos me recompensan con sus oraciones y además la conciencia está limpia, eso también es muy bueno.”

Pero no sólo ayuda a estos centros de rehabilitación, sino que también ayuda a las madres solteras que no tienen trabajo. Él les da trabajo en sus doce lugares de venta, así también él ayuda a estas mujeres.
“Yo las ayudo y ellas a mí, pueden trabajar en ese horario ya que en las mañanas cuidan a sus niños y en las noches están en los puestos.”
Hernán se enorgullece de sus obras, pero también se siente gustoso de ver crecer académicamente y económicamente a los jóvenes que a él le rodean.
“En alrededores hay mucho talento y valoro mucho cuando en ocasiones los jóvenes, sin el apoyo de sus padres se realizan solos.”
Este mensaje es sin duda para cualquier joven que desee progresar.

Con  los grandes valores de solidaridad que nos pone de ejemplo, nuestro “gordito de la mazamorra” él nos despide. Alrededor de las 3p.m. Horario que él tiene empezar a repartir sus dulces, antes de eso un pequeño obsequio de él, no podría ser otro que un platito de mazamorra con arroz con leche. Delicioso, por eso y por la calidad de persona de Hernán es que su negocio seguirá creciendo. Un final muy dulce.



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