Por:
José Chacchi Paniagua
Sección: Cultura
Cuando Víctor Hugo hablaba
de arte lo vinculaba mucho con el color azul, lo mismo, más adelante, lo
hicieron los modernistas con la emblemática figura de Rubén Darío que publicó
un libro con el mismo nombre del dicho color que será iniciadora de la primera
corriente literaria latinoamericana. Desde ahí y antes de ello, siempre muchos
escritores, pintores, psicólogos, etc. quisieron definir qué era el arte
algunos coincidiendo, algunos alejándose. Quizás será en la etapa de la
vanguardia cuando el arte toma un carácter distinto, un carácter experimental y
hasta la fecha de hoy la gente siempre busca realizar lo diferente, lo rebelde,
lo inusitado.
En el caso peruano, quizás
uno de los poetas más reconocidos y para muchos, uno de los mejores, fue César
Vallejo, poeta norteño que con su libro Trilce consigue lo que ya muchos
buscaban: dominar el lenguaje y volverlo suyo. De uno de sus versos de este
autor, de uno de los poemas dedicados al erotismo y al deseo de la amada que se
siente más en la cárcel saldrá el nombre de este colectivo cultural denominado Estruendo mudo. Este colectivo cultural
se presentó este último viernes diez de mayo en el Centro Cultural de España
demostrando así su amor por el arte y este carácter rebelde que suscita. Estruendo mudo se originó en San Juan de
Lurigancho, específicamente, en Mangomarca y desde es el primer día, Alfonso
Bocanegra, director del colectivo, tenía en mente cómo desarrollar este arte y
difundirlo por diversos espacios. El día viernes se hizo gala de diversos artistas
ya que fue una presentación abierta a promediados de las siete de la noche.
Cuando comenzó a presentarse Estruendo
mudo con el sonido de tambores y danzas la gente comenzó a darse cuenta que
del arte sí se puede ser feliz. Cuando veíamos como los niños, con un amor
genuino, tocaban tambores y cantaban y conocían a Vallejo, la gente se
sorprendía.
"Será que el arte nace
con uno mismo o lo va descubriendo con el pasar de los años, pero cuando a uno
lo toca, es imposible zafarse de él" así lo comenta Alfonso y con una luz
en sus ojos que nos demuestra cuánto amor tiene por este colectivo y, sobre
todo, por la cultura. Nos contaba de todo aquello que tuvo que pasar para poder
avanzar con este colectivo "había días que no teníamos de dónde comer y
cantábamos en las calles" Este pasaje de la historia me hace recordar al
famosísimo cuento "El rey burgués" de Rubén Darío en el cual a un
artista lo matan de hambre. Pero ellos no han muerto, bueno sí, sí murieron
para el mundo cuadriculado, esquematizado, para ese mundo de sanchos, de
conformistas; en cambio, ellos nacieron como quijotes que buscan a su Dulcinea,
que se enfrentan contra esos gigantes que son la posmodernidad que aturde
mentes, que se inmolan por el arte, por la cultura y por conseguir, en sus
propias palabras "un Perú más culturoso".
No hay comentarios:
Publicar un comentario