Eran 2:30 pm, estaba sentado
en la Plaza de Armas de Lima que queda al costado de Jirón de Unión mientras
esperaba a mi camarógrafo Francisco pensaba a quien podíamos hacer la
entrevista; cuando llegó comenzamos a buscar, preguntamos y la única respuesta
que escuchábamos era: ¡NO!, era la palabra que siempre recibíamos de cualquier
civil que preguntábamos si nos podía ofrecer una corta y pequeña entrevista,
nos dimos como 8 vueltas preguntando pero nuestro intentos no fueron lo
suficiente. Entonces decidimos ir en busca de cualquier persona por la Plaza
San Martín, y en eso cuando caminamos por Jr. de la Unión, encontramos a un
joven que vendía chocotejas en el mismo Jirón, entre medio de la multitud su
voz se escuchaba algunas iban y le compraban otros los miraban y pasaban de
largo; fue entonces cuando decidí comprarle dos chocotejas y preguntarle si me
otorgaría una entrevista corta, la cual al final fue muy larga para él.
Entrevistarlo no fue fácil ya que una cosa que más se notaba de él era que no
tenía un brazo, me senté a su costado y comenzamos la entrevista.
-
¿Cuál
es tu nombre? – Pregunté.
-
Mi nombre es Santiago Augusto Márquez Martez,
tengo 35 años, nací en Breña el 5 de Febrero de 1978, tengo 4 hermanos dos
hombres y dos mujeres y actualmente vivo en Independencia.
Con una cara de
sorprendido le pregunte:
-
¿Vives
con tu familia?; ¿Cómo eras en tu niñez?, ¿Terminaste tus estudios?
-
Actualmente si vivo con mi papa y mi mama a
los cuales les debo mucho. Yo era muy travieso me gustaba jugar demasiado, aparte
que era muy inquieto, no sabía en qué momento tranquilizarme y dejar de hacer
travesuras. No lamentablemente nunca terminé la secundaria, apenas solo pude
terminar la primaria y después me quedé en primero de secundaria.
-
¿Cómo
así dejaste de estudiar?
-
Bueno tenía mis amigos que me indujeron al
vicio del Pinball y el video juego, primero fue una pequeña distracción luego
comencé ya a enviciarme y fue donde decidí trabajar para calmar mi vicio.
-
¿En
qué trabajabas?
-
Me dedique primero a vender caramelos en los
carros, luego comencé a cantar en los micros y así seguí hasta trabajar en un
circo, pero todo lo que ganaba era para el vicio nada más y simplemente que el
vicio, me tenía amarrado y aunque mis padres me decían que lo deje y siga
estudiando nunca llegue a entenderlos y decidí trabajar, ya que no quería
estudiar, luego a los 18 años comencé a trabajar en Combi de la ruta
Tahuantinsuyo – Bolognesi. Al día me sacaba mis 70 soles con todo y ‘cutra’, a
mi mama le daba veinte soles y lo demás me lo quedaba.
Mientras seguíamos hablando
el vendía sus chocotejas, al ver su rostro se notaba la ganas de salir adelante
a pesar de que su infancia y su adolescencia la paso trabajando como un
ambulante más. El siempre menciona que nunca supo aprovechar lo que sus padres
hacían por él, ya que su papa trabaja de taxista turístico en el Aeropuerto
Jorge Chávez, su mama solo estaba en casa y lo aconsejaba. Santiago vestía con
una gorra negra, un bivirí rojo, un short plomo con franjas verdes, unas
zapatillas azul, una medias blancas que estaban algo sucias, ya que el siempre
para sentado en el piso sin ningún tipo de almohada o algo que lo cubra y por
último tiene su maleta azul, donde llevaba algunos boletines de su iglesia
Evangélica, el cual por supuesto me regalo para que lo leyera; yo también le
iba contando que al igual que él también había trabajado de cobrador. Y fue ahí
donde me dijo:
-
Si pero yo me metí en el mundo de las drogas,
yo en ese mundo estuve encerrado como 16 años sin poder salir, robaba, me
embriagaba con la plata que ganaba y así poco a poco deje de lado mi familia,
nunca llegaba a casa, me iba con los supuestamente amigos que tenía, ellos me
invitaron droga, pasta, marihuana. Al comienzo así como el vicio lo tome como
algo sin importancia pero lo que paso al final es que fui dependiente de las
drogas y también solo trabajaba para drogarme y no para mi bienestar ni el de
mi familia.
Y después de eso decidimos
movernos a otro lado, el Serenasgo de Lima ya le estaba advirtiendo de que se
vaya a otra esquina, mientras el amablemente les daba las gracias por el apoyo
que les daban. Mientras caminamos yo le llevaba su bolsa negra de ropa y el con
su esfuerzo lleva su maleta azul, donde se encontraba su dinero y sus
chocotejas; él me cuenta que nunca le gusto estar metido en esos de las drogas
y que de alguna forma se sentía muy arrepentido y que si de algo está muy
agradecido es de Dios y de su familia que siempre lo supo apoyar a pesar de
todos los errores que cometió en el pasado; llegamos y nos sentamos al frente
de un KFC, el prefirió seguir conversando que trabajar y fue en donde le
pregunte:
-
Me
comentabas que estuviste en el penal, ¿cómo así fuiste llevado a la cárcel?
-
Mira mi gran error fue juntarme con malas
personas que no me hacían ningún bien, como ya te lo comenté, cuando estaba en
las drogas, los policías me pegaban con sus macanas y me pateaban, era un
maltrato muy fuerte pero que al final nunca lo sentí por los efectos de la
droga; pero llegue a estar en la cárcel por tener droga en mi bolsillo. Todo
esto paso cuando estábamos robando una casa con unos camaradas, cuando llamarón
a la Policía todos se fueron y me pusieron droga en mi bolsillo y cuando me
arrestaron me encarcelaron solo por tener la droga y no por el robo. Y me
llevaron al penal de Lurigancho.
-
¿Sientes
que de alguna forma fuiste traicionado?
-
Si,
ellos decían ser mis amigos pero al final nunca lo fueron.
-
¿Cuál
es tu experiencia en el Penal de Lurigancho?
-
Muy mala en vez de cambiar, salí con más
‘fuerza’, quería venganza, no estaba tranquilo, ahí empeore mi situación
física, para eso ya tenía un pequeño tumor en el hombro.
El penal es algo horroroso que no se lo deseo
a nadie.
Estuvo un año en el penal de
Lurigancho, también nos cuenta que a los violadores de menores de edad los violan
y los queman, algo increíble de creer, su experiencia en la cárcel no es para
nada buena, él lo siente así.
Cuando salió siguió en el
vicio, no lo dejo, nos cuenta que fue demasiado dependiente de eso, pero es en
eso cuando nos cuenta su cambio radical y una decisión fatal que lo llevo a
quedarse sin un brazo y no poder disfrutar completamente de la vida.
-
Yo por obra del señor conocí el 23 de
Setiembre del año pasado al hermano José, el me invito a un retiro que era por
Angamos – Surquillo, donde me sentí aliviado y me di cuenta que mi vida dio un
giro inesperado, era como volver a nacer dentro de los brazos de Jesucristo, él
es mi apoyo, nunca me abandona y siempre me apoya en mi trabajo, le doy gracias
a él que me salvo del sufrimiento de estar en un vicio que no te deja ver la
realidad y que por sobre todo te trae grandes consecuencias.
Es en donde decide contarnos
como se quedó sin brazo, piensa que quedarse sin su brazo es el pago por todo
el sufrimiento que le causo a su familia y por sobre todo a él.
-
Cuando salí del penal me diagnosticaron un
tumor en el hombro derecho, el cual fue creciendo gracias a la droga y todos
los insumos que me metía al cuerpo, nunca pensé en las consecuencias de no ir a
ver mi problema, lo deje así nomás y tumor creció hasta que tuvo un peso de 38
de kilos y estaba a punto de romperme la garganta (es por eso las cicatrices en
el cuello), ya que creció tanto que me había ocasiones que me ahogaba.
Felizmente mi mama y mi papa me ayudaron con la operación, solo pensaba en
Dios, yo sabía que me iba a salvar de cualquier peligro que se presente.
Actualmente tiene su pareja
y su pequeña hija, que siempre les lleva
a pasear, él dice que parte de su cambio es gracias a ella y que ahora
su vida no tendría sentido si no fuera por ella. Mientras nos despedíamos sus
últimas palabras fueron:
“Ahora me siento tranquilo y en compañía de
Dios, tengo una nueva oportunidad para vivir en plenitud con Dios, siento que
él me ha dado el don de predicar y por sobre todo el de ayudar.”
Sotelo Zúñiga, Jesús Pablo (redactor)
Aparcana Chamorro, Francisco (camarógrafo)
Aparcana Chamorro, Francisco (camarógrafo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario