En lo más alto del cerro, a punto de tocar el cielo…
Editora:
Lily Pizarro Molina
Subiendo por
los peñascos entre grandes figuras remontadas por un aire no menos ligero que
el de la tierra arenosa, se encuentra la pequeña casita de esteras de Joaquina
Gonzales que vive en el Cerro “Nuevo Amanecer” por Palao en el distrito de los
Olivos, desde muy joven se quedo en la orfandad, y paso por crudos momentos que
la calle propicio, a los 15 años se dedico a vender caramelos por la av. tomas
valle, su juventud fue muy difícil, vivía junto a sus tíos y estos no le daban
comida si no regresaba con el dinero, sufrió muchos maltratos, ahora esa
pequeña de enternecedora mirada se ha ganado un puesto en el cerro y es un gran
anticuchera.
Esta es la
historia de la señora Joaquina Gonzales, madre de tres hermosos hijos, y dueña
de lo que ahora es un restaurante anticuchero, muy frecuentado por muchos de
sus clientes que respetan su sazón y se hacen acreedores del buen gusto de doña
Joaquina, es la mayor de tres hermanos, su mamá falleció cuando era muy pequeña
y su papá se fue de casa a los 13 años dejándola sola con sus dos pequeños
hermanos, fue recogida por una de sus tía que vivía en independencia, su
hermanito menor a los 8 años enfermo de una pulmonía y no sus tíos no pudieron
hacer nada por curarlo, ya que no contaban con los medios adecuados para poder
hacerlo, murió al poco tiempo. Todas las mañanas le encargaba su tía comprar un
bolsa de caramelos y venderlo en los carros o en las esquinas, salía con su
hermanito y a pesar de no ganar mucho
con aquello se esmeraba y compraba una doble bolsa de turrones para que estos
se vendieran más caros, cuando su tía se entero de lo que estaba haciendo la
castigo sin comida por dos días.
Una mirada de
dolor se sucumbe dentro de nuestros corazones, y se va esfumando con el olor de
la candela y carbón, batiéndose con el sonido de la pancita echando fuego;
quemándose, a los pocos minutos de relatar esto Joaquina no soltaba el mango de
las pinzas y servía amablemente a cada comensal, que en su restaurante afirmaba
su buen deleite del comer.
Nos llenaba
sentir que la conversación se iba determinando algo más seria, la anticuchera
Joaquina viene trabajando hace tres años en el negocio, el primer año fue
difícil pero nada la hacía recaer el mayor sueño de su vida, “servir para algo
y servir bien”, nos decía, mucha de su clientela son conocidos de por su casa ,
que humilde y arreglada está entre gigantescas piedras y casitas unas sobre
otras , faros que con silenciosas luces vigilan a los vecinos, abajo por el
paradero palao arrento un pequeño local , con lo poco que había juntado por
quince años, su hermano el segundo la ayuda con el negocio de vez en cuando ya
que estudia en las noches.
La venta de
pancita, anticucho (corazón y mollejita) no le basta a Joaquina, también vende
broaster, hamburguesas y jugos, su microempresa que elaboro con mucho esfuerzo
y sacrificio vienen trabajando para ella más de tres personas y se siente
inmensamente orgullosa de que lo que ha logrado hasta ahora. Sus ganancias
anuales a flote son más 3.750 soles como promedio, invierte parte de la mitad y
lo subsiguiente se divide y reparte con sus colaboradores, doña Joaquina a
pesar de tener un gran apego a la cocina siempre le intereso seguir un curso
donde aprenda la comida peruana, y se ha una grande chef, desde niña creció con
un poder mágico para experimentar dentro de la cocina, no tenia los recursos y
por eso no lo siguió, su mayor anhelo ahora es que el mayor de sus hijos
culmine la carrera de terapia y rehabilitación que lleva en la universidad
nacional Federico Villareal, su segunda de sus hijas esta aun en el colegio y
el menor también, su esposo era un albañil pero se fue de viaje y nunca más
regreso nos comenta Joaquina con una molestia incontenible.
Después de
largas horas en la parrilla, mando a una de las chicas que trabaja en el restaurante,
a sacar más pancita de la congeladora, tomo asiento y decidió tomar cuentas,
compra aproximadamente 8 kilos de pancita y mollejita, 6 a 7 kilos de corazón,
y 10 kilos de pollo, lo adresa desde las 5:00 a 6:00 am hasta las 2:30 pm, para
que se incurta con el adreso, lo pone en la congeladora hasta las 6:30 pm que
es cuando abre su restaurante anticuchero, a veces cuando hay mucha gente lo
cierra hasta las 2:00 am.
Tal rutina la
mantiene ocupada y siente que a veces no tiene mucho tiempo para pasar con sus
hijos pero siempre vela por ellos y siente que como madre va ser y será la
mejor que pueda, se ha dedicado siempre mantener una buena comunicación con
ellos, pero lamentablemente Joaquina estudio solo hasta la primaria, y la
verdad es que se considera algo ignorante de algunas cosas.
Joaquina
planea más adelante seguir con el negocio y está teniendo en cuenta en poner
otro cerca al boulevard del Royal Plaza, actualmente ha decidido seguir
trabajando por conseguir que sus hijos tengan sus propios sueños y que en ellos
vean que todo sea hace grande cuando uno se lo propone.
La vida de
Joaquina no se la puso nada fácil para tener lo que ahora tiene, muchos de sus
trabajos fueron bastante crudos, ganarse un lugar en el cerro que la acogió a
los 16 años fue gracias a una lucha constante, en ese entonces una de las
personas que conoció como Herminia que se convirtió en su amiga tuvo
influencias a la prostitución y ganarse la vida, ella nunca pensó que podía
ingresar a ese círculo, fue cuando conoció a su joven novio un apuesto
carpintero que tenía una casita de esteras era 10 años mayor que ella y vivía
solo por la antena mucho más arriba del cerro, se enamoro perdidamente de él y
dejo lo poco o nada que tenia con su tíos, después de un tiempo se entero que
estaba casado y ella embaraza de él, sus pequeños momentos de ilusión y que
podría siquiera imaginar una buena historia como inicio feliz , se esfumo en 7
minutos y con seis palabras, “me voy de aquí, te dejo…”, la casa que parecía un
cuarto con tablas viejas sucias, una cama, una mesita y dos sillas se habían
convertido en su todo, y desplego a idea que su amiga le había mencionado
alguna vez, estaba a punto de “perder el control” comenta Joaquina entre
solloza y un chispazo de luz cayó sobre sus ojos, Ofelia la vecina de al lado
la ayudo encontrar trabajo e invirtió todo su tiempo para arreglar su casa , a
los dos años siguientes conoce a Julio el hijo de Ofelia era albañil y se
enamoraron, su matrimonio solo duro 12
años, luego él se fue y no volvió hasta ahora.
A sus 44 años
de edad Joaquina tiene ahora una casita de cemento y unos hijos que estudian, y
un hermano que trabaja, sabe que lo
mejor es darse nuevas oportunidades en la vida, los anticuchos calientes con su
papita y choclo no se hacen de esperar y comimos sin dejar rastro de nada, ni
de la cremita que acompañaba gustosa la pansita y mollejita.
Terminamos un
capitulo que para Joaquina se ha revelado sin más, pero no se han acabo los que
están por avanzar y los que vienen para culminar el libro de vida que tiene
Joaquina, que en sus pesares y alegrías va
a estar siempre presente. Gracias por compartir con nosotros Joaquina
una partecita de todo, que vengan muchos éxitos,y nos alegraremos
inmensamente de tu crecimiento.Así nos
despedimos de Joaquina y de su anhelado fruto que con cada semillita sembrada
se ha visto, así a muchos otros peruanos que reafirman ese sentimiento y se
enlazan con una de estas historias que no es la primera ni la ultima, son
tantas que no existen dedos para contarlas, y seguir haciéndolo, vidas llenas
de ejemplo, de rigurosidad y perseverancia.
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