VILLAR SOTO, GIANINA
Alejandra Romero Rota, detan solo 19 años de
edad, es lesbiana. Ella se prepara en la academia para ingresar a la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, quiere seguir la carrera de comunicación social, le
encantaría trabajar en radio.
La conocimos en una discoteca gay ubicada en
la avenida Arequipa. No era la primera vez que acudía al lugar, “¡Soy gay y
qué!”, dijo feliz frente a toda la demás gente que compartía su opinión.
La pequeña señorita de rizos dorados y ojos
verdes bebía una cerveza acompañada de dos muchachas más, quienes se mostraban cariño.
Alejandra acababa de llegar hace media hora, según nos cuenta y esperaba impaciente
a su pareja, con quien lleva 4 meses de relación, sin embargo Melany de 23 años
nunca llegó.
Ale, como pidió que se la llame, no se
incomodó con nuestra compañía. “A veces soy activa, a veces pasiva, a veces
moderna, me acomodo según mi pareja”.
Alejandra tiene tres hermanas, la mayor del primer compromiso
por parte de su mamá, quien junto con sus dos hijos vive con ella, la segunda que
también es su media hermana por el lado del primer compromiso de su papá, es
independiente, trabaja para una empresa de construcciones como administradora, Alejandra
es la tercera hija; y la última que tiene
apenas 15 años de edad aúnestá en el colegio.
Ale vivía en provincia cuando era pequeña pero
se vino a Lima por motivos de trabajo de su papá y de su mamá, por lo que
empezó su primaria en la capital, ella vivió en los distritos de Jesús María,
Breña, Sucre, Pueblo Libre, Los Olivos y ahora, en San Martín de Porres.
Sus padres se enteraron hace 5 años que ella
era bisexual, “entré a un colegio de mujeres desde primero de secundaria y ahí
supe que las prefería”. “Mi mamá trabaja para el INEI, paraba viajando y lo
hace hasta ahora, y mi papá luego de trabajar iba a visitar a su hijita, así
que lo que yo hacía no le importaba a nadie”.
Siempre tuvo problemas de comunicación, no tan
solo por el trabajo de los padres, sino por las preferencias que ellos tienen
con sus mayores hijas, de compromisos anteriores y de la relación que mantiene
el padre con su primera hija, quien al parecer es su prioridad.
Sus padres de Alejandra nunca le prestaron
atención, su hermana mayor, por parte de su mamá le dejaba las todas
responsabilidades de la casa desde que ella era muy pequeña, mientras la
mayor salía a fiestas y a pasear. Esto
provocó que ella crezca resentida y aislada de su familia.
Resulta que hace tres años, dicha hermana
salió embarazada, se separó temporalmente de su pareja, se dedicó a trabajar y
hasta hoy le deja al pequeño bajo el cuidado de Alejandra y de su hermana de 15
años. Luego se reconciliaron y salió nuevamente embarazada, ahora tienen una
bebé de 4 meses de nacida, a quien también la dejan a cargo de Ale; este abuso
es la razón por la que antes no pudo estudiar ni trabajar.
Ale, va todos los fines de semana a la “13”,
discoteca donde la encontramos, y aunque no siempre se encuentra con Melany,
nunca se queda sola, pues también sale con otra muchacha, de quien no recuerda
el nombre, pero la conoció hace un par de semanas cuando se enteró que ella recién
llegaba a conocer el lugar.
“Mi mamá me estuvo paseando desde que salí del
cole, me decía que ya me iba a matricular y cuando llegaba el día nunca lo
hacía”. Ahora que estudia en la academia del Grupo San Marcos, nos cuenta que
también ha conocido lesbianas dentro de su aula, “al parecer me siguen”, dijo
risueña. Alejandra es una persona muy aplicada, está en el aula A1 donde se
eligen a las estudiantes según su capacidad y conocimientos.
Retrocediendo el tiempo, ella nos cuenta que en
la época del colegio, durante su secundaria, conoció a Silvia, “ella era de la putamadre”,
dijo en tono suave, mientras pasaba el último trago amargo de la cerveza.
Ale describe a Silvia como una mujer alta, lacia y rubia, de ojos caramelo y
delgada, practicaba ballet desde sus 3 años. “Ella es muy bonita, muy
inteligente, muy divertida y sobre todo era mi mejor amiga”.“Luego de un año de
conocerla, Silvia me contó que era bisexual y que yo le gustaba”.
Alejandra estaba confundida, no era tan solo
Silvia la que la sorprendía, sino que al mismo tiempo se enteró que el grupo de
amigas con las que ella estudiaba eran todas bisexuales. “Éramos un grupo de 6
desde primero de secundaria y ni siquiera me había dado cuenta que entre ellas
eran pareja”.
Recuerda que a sus 14 años entró en depresión
debido a la falta de atención y la recarga de tareas que debía cumplir tanto
como estudiante como en su casa, “me deprimí, nadie me hacía caso en ningún
lugar, ni en mi casa ni en el colegio”.
De pronto, nos reveló algo muy delicado,
“comencé a cortarme, sentía placer al hacerlo”, se amarrabatrapos en sus
brazos, los retazos los recortaba de su ropa para que cesara el sangrado. Por
ello tiene algunas marcas cerca de su muñeca.
Silvia era la única que sabía de eso y la
única que la aconsejaba, cuando Alejandra se enteró que su mejor amiga sentía
“amor” por ella, no dudó en entablar una relación con tal de no perder su
amistad, además sus amigas apañaban esta
situación, se reunían en la casa de María, una de las amigas, y jugaban
“biplop”, un extraño y singular juego inventado por ellas, donde se turnaban
para vendarse los ojos, mientras las demás podían hacerle lo que les plazca,
durante un minuto.
“También jugábamos a golpearnos, nos gustaba”,
María escuchaba metal y era la música la que las motivaba a agredirse entre
ellas, el juego acababa junto con la canción. Jaladas de cabello, puñetes,
arañones, hasta jaloneos y rupturas de prendas, era lo que les entretenía y se
convirtió en su desahogo.
Por otro lado, su hermana es su confidente,
“un día por chismosa entró a mi cuarto y cuando alzó la almohada nos encontró
besándonos con Silvia, tuve que explicarle todo, ella tenía 10 años”. “Es
extraño que la primera persona que te comprende en casa no sean ni tus padres
ni hermanas mayores quienes se suponen que han pasado por tu etapa y comprenden
algunos cambios”, “mi hermana menor lo es todo”.
Retomando el tema de su relación con Silvia,
nos confesó que aquella relación de pareja duró un año y medio, “mis padres se
enteraron que era bisexual porque leyeron cartas que Silvia me escribía, donde
contaba cosas sobre nosotras, me decía que me amaba que nos iríamos del país y
tonterías así. Mi hermana mayor me pegó, me decía que le daba asco (…)”. Su
madre le prohibió ser amiga de Silvia, a quien ya conocía hace años, “me decía:
Alejandra, no eres un macho”. “Encima le pegaron a mi hermana menor, porque
ellos sabían que yo le cuento todo”.
“La loca de mi hermana mayor, me suscribió a
guía paterna en el Facebook, donde le llegaban mis conversaciones, mis
comentarios, todo”.
La mamá de Silvia también se enteró y según
nos cuenta Alejandra, el papá de Silvia la quiso botar de su casa, porque ella era
producto de una inseminación artificial y quien la habría firmado como padre,
la trataba de “recogida” y “no deseada”, “me siento culpable, Silvia también
comenzó a cortarse, quería experimentar la sensación que a mí me daba”.
Sin embargo desde ese día, duraron un año más
como pareja, tenían que verse a escondidas, y como el colegio se encontraba en
Jesús María, caminaban hacia las galerías que unen las avenidas Brasil con
Garzón, ahí se encontraba su escondite, el tercer piso del lugar, carece de
iluminación.
“Cuando tocaba educación física nos quedábamos
en el salón, cubríamos las ventanas con las cortinas y cerrábamos la puerta”.
Luego seenteraron los familiares de todas.
Milagros venía de padres separados, su mamá es secretaria, su papá radica en
Estados Unidos, mientras ella vive con otro hombre, desempleado. Su hermano es
drogadicto y su hermana se acababa de embarazar por tercera vez, cada embarazo
de una pareja diferente. En su caso, su mamá lo tomó con total serenidad, solo
le dijo que ella tenía la decisión.
Milagros y María eran pareja, el papá de esta
última es militar, su mamá psicóloga. Le prohibieron también tener una relación
con Milagros, razón por la que terminaron.
Milagros y Alejandra fueron a un campamento,
“una de las chicas en el campamento se fue con Milagros a una carpa y otra se
acercó a invitarme marihuana”, “era demasiado, estaba deprimida, pero tampoco
soy cojuda”, dijo convencida de no tener ni la mínima intención de probarla.
Sorprendentemente, Alejandra estaba acompañada
de Milagros la noche de la entrevista, Mía (como quiso que se la llame)estaba a
nuestro lado, con su pareja Claudia, la muchacha activa a quien conoció en el
campamento que nos contaba Ale;ellas tienen una relación abierta desde hace un
año, es decir, ambas pueden salir y tener otra relación con cualquier otra
persona.
Alejandra nos decía que “al principio es
extraño caminar en la calle con una chica agarrada de la mano o cogiéndola de
la cintura, todos te miran, pero ahora no interesa si la beso frente a todos o
no”, Alejandra había perdido la vergüenza, y es que ya han pasado 5 años desde
que inclinó su gusto por las mujeres y ella ya no se esconde.
“Los papás son muy conservadores todavía”,
ella nos cuenta que incluso ha asistido a las protestas de la comunidad gay,
que se realiza todos los años en la Plaza San Martín, en Centro de Lima.
También nos contó que es celosa y que le gusta
que la celen pero no en exceso; “Soy celosa, pero Melany más, si estuviese aquí
no hubiese querido que converse contigo”, dijo. “La última vez que me encontró
con una amiga de la academia me hizo un escándalo en la calle”.
Le preguntamos si había tenido parejas de su
sexo opuesto y nos dijo que “nadie me entendería mejor que otra mujer, es más
me considero lesbiana, ya no bisexual, a menos que el intruso sea demasiado
`churro´ jajaja”, Alejandra ha tenido relaciones a distancia con otras muchachas
y jóvenes, pero “nadie como Silvia, es un encanto, lástima que acabara”.
Nos siguió contando, el romance que vivió en
la escuela, se acabó junto con el fin de su secundaria. Y ahora Silvia se
prepara para ser fotógrafa, tiene un enamorado con quien lleva medio año y al
parecer está muy ilusionada.
Alejandra volvió a deprimirse cuando terminó
el colegio, sin embargo Milagros la llevó a esta discoteca, donde dicho sea de
paso, trabajaba como bailarina, y ahí Ale conoció a Melany, una estudiante de
turismo.
“Comenzamos a salirseguido, siempre nos
encontrábamos aquí y hemos dormido juntas varias veces”, nos contó con una gran
sonrisa mientras miraba fijo, Ale dice que le encanta conocer gente nueva y que
pensaba que ser lesbiana le cerraría muchas puertas, sin embargo, considera que
haber elegido serlo, le ha dado muchas ventajas.
“Antes era tímida, callada, muy susceptible,
ahora soy todo lo contrario, siempre conozco a alguien nuevo, tengo muchos
amigos”.
Su mamá, conoce a Melany, la recibe en su
casa, se sientan a conversar, al parecer la cuida de alguna otra chica que
pudiese conocer, solamente sale con amigas que su mamá conoce o con la misma
Melany.
“Ahora para hacer amigos una de las cosas
principales que tiene que saber es que soy lesbiana, si me aceptan bien, y si
no, también”.
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