ME ESCAPÉ A LOS 17 Y ME QUEDÉ SOLA CON MIS 11
HIJOS
VILLAR SOTO, GIANINA
Graciela Ramos, de 74 años de edad, acababa de salir de misa en la parroquia San
José Obrero, en Barranco, al encontrarla mostró suangelical sonrisa sobre el
rostro y contó muytranquila, todo lo que tuvo que pasar, luego que su único
amor la abandonara nada menos que con sus 11 hijos.
“Mamita Chela”, como la llaman cariñosamente sus
hijos, nietos y bisnietos, es la súper mamá que con coraje sacó adelante a sus
hijos y hoy goza de su “juventud”, como ella menciona.
Nacida en Ica y educada junto con sus padres y
tías, festejaba en casa, su cumpleaños número 17. Su padre tuvo la maravillosa
sorpresa de llevarle el conjunto criollo que tanto anhelabaa su niña de ojos
verdes. Graciela bailó hasta ya no más, la orquesta era todo un encanto, y ella
no tuvo mejor regalo que conocer al
vocalista del grupo, un joven moreno, de ojos saltones, de quien se enamoró a
primera vista y aunque le llevaba varios años de diferencia, para ella no tenía
importancia.
Graciela y él conversaron largo rato, luego de
aquel día él la pretendió, tuvieron un amor a escondidas, hasta que llegó el
día en el que decidieron escaparse. Se fueron a Tacna, el joven de la
prodigiosa voz tenía varias presentaciones, y ella encantada de su compañía, lo
seguía a donde fuese.
Pero familia de Graciela se enteró dónde estaban
escondidos, por lo que decidieron venir a vivir a Lima, la pareja aún no sabía que
Chelita llevaba un retoño en el vientre.
En Lima, las cosas eran difíciles, el vientre
de Graciela se mostraba cada vez más grande y Filiberto no conseguía un trabajo
estable. Vivieron en Chorrillos y en parto normal, nació el primer bebé los
prófugos enamorados.
La criatura, en excelentes condiciones de
salud era música para la vida de Graciela y Filiberto. Sin embargo tres meses
después no sabrían lo que sucedería, muchas enfermedades para ese entonces, eran
prácticamente incurables.
“En esa época no se podía tratar la neumonía,
no había cura”, dijo la “mamita Chela”, apenada de recordar el suceso. El bebé
de Graciela, Julio César, una mañana, luego de tanto sufrimiento, finalmente
falleció.
Llena de dolor y desesperación, entró en una
etapa de depresión, “lloraba todas las noches, mi primer hijito había muerto y
mi familia no sabían ni donde estaba”. Para su suerte, aFiliberto le sale un
contrato para cantar en provincia, motivo por la que la dejó unos días y poco
tiempo después, Graciela vuelve a salir embarazada.
Elizabeth era ahora, la hija mayor, Filiberto
tenía constantes trabajos en provincias, por lo que viajaba muy seguido,
dejando a Graciela en Lima por largos tiempos, “siempre venía con dinero,
compraba cosas para la casa, no era un mal hombre”.
“Pude contactarme con mi familia, pero no
pudieron ayudarme mucho, aunque eran acomodados”, afirmó la mamita Chela. Ella
sentía que los había defraudado y que las cosas ya estaban hechas, no podía
lamentarse.
Diez partos normales y una cesárea. Nació
Álvaro, Patricia, Giovanna, Jorge, José, Gladys,Jeanet, Jeny, Victoria y Luis.
La gran familia, “queríamos tener a nuestro equipo de fútbol”, dijo risueña Chelita.
Todos estudiaron en colegios del Estado,
increíblemente estuvieron en los primeros puestos. “Me daba fuerzas sus logros,
todos traían sus diplomas”.
Elizabeth, primer puesto desde inicial hasta
terminar su secundaria, estudió computación y ahora secretariado. Álvaro, un as
en el ajedrez, se amanecía compitiendo contra adultos en la liga de ajedrez de
Chorrillos. Patricia, se casó muy joven, producto de un amor clandestino,
Giovanna, Gladys, Jeny y Jeanet eran las fiesteras. Jorge y José los
inseparables y Luis, el menor y engreído.
Filiberto era muy celoso, muy estricto
también, “se sentaba a la mesa con un palo, todos tenían que aprender a
sentarse, a tener modales, tenían que aprender a comer”.
“Las cosas eran difíciles, como él no paraba
siempre en casa y necesitábamos el dinero tenía que buscármela”. Ella trabajaba
de cocinera, llegaba a las 3 de la madrugada con la comida que sobraba en el
restaurante donde trabajaba, traía el alimento en ollas para el almuerzo del
día siguiente y en el paradero la esperaba Jorge, uno de sus hijos. “Me traía
incluso la corteza de los panes de molde, que se usaban para hacer los triples,
los comíamos en el desayuno”.
“En Navidad sólo comíamos biscochos, esos los
de 10 centavos, dos para cada uno y una taza de té”, nos cuenta la mamita
Chela; sus hijos esperaban al día siguiente de Navidad y Año Nuevo para buscar
los cuetecillos en la calle, esos que no habían reventado.
La situación con Filiberto ya estaba dañada,
él se ausentaba cada vez más, y con la llegada de Luis, el último hijo, su
esposo se fue definitivamente. Graciela se volvió a deprimir, el amor de su
vida, por quien dejó su juventud y a su familia, la abandonaba con sus once
hijos.“Cuando Filiberto nos dejó, a los dos años mis tres primeros hijos se
casaron y se fueron de casa, me quedé con los 8”.
Pero no era novedad que desde pequeños todos
trabajasen, “mis hijos desde pequeños, tocaban las puertas pidiendo periódico,
tomando el nombre de la iglesia San Pedro, y como en ese tiempo no habían
bolsas, ellos vendían periódico en el mercado y me ayudaban con algo”.Jorge,
trabajó desde sus 8 años, vendiendo además, marcianos con José, de 6 años de
edad.
Cuando sus hijos mayores se casaron, Jorge
tenía 15 años y entró a trabajar en una mecánica, luego a una industria de
envasados, la mayor parte de su sueldo era para apoyar en casa.
Los menores seguían en el colegio, su padre
les hizo bastante falta, sobre todo porque a ninguno se les pudo dar estudios
superiores, todos debían apoyar al que seguía. Sin embargo, cuando formaron sus
familias comenzaron a crecer.
José estudió administración de empresas en un
instituto y Elizabeth secretariado. Luis y Jeanet se fueron a España hace
varios años y gozan de una mejor calidad de vida. Gladys y Jeny son dueñas de
varias tiendas y Spa’s, Giovana tiene su casa de playa, Victoria está
estudiando cosmetología.
“Mi esposo regresó, luego de varios años”,
mencionó la mamita Chela. Ella ya se había mudado, vivía con su hijo mayor,
quien se separó de su esposa. “Filiberto regresó enfermo, y casi nadie quiso ir
a visitarlo”.
Al parecer el cantante, que era conocido por
distintos artistas mediáticos, había dejado lo que más le gustaba, la diabetes
y una herida en su pierna hizo que regresara arrepentido a los brazos de
Graciela, su siempre dulce y amorosa compañera, sin embargo ella ya no estaría
para él.
Todos habían crecido con cierto resentimiento,
casi ninguno quiso ir a verlo, Jorge fue el hijo que estuvo más pendiente de su
progenitor, lo llevaba al hospital y le compraba sus medicamentos.“Los amo a
todos, siguen siendo mis pequeños, pero Jorge es mi preferido, fue quien más me
apoyó, es el más noble”.
“Cuando Filiberto falleció, hubo otro
alboroto”, resulta que el moreno de voz prodigiosa, tenía familia también en
Lima, Miguel, sería el hermano mayor, incluso del fallecido. “Conocí a su otro
compromiso cuando lo velaban”, los rumores se expandían, al parecer durante sus
viajes tendría otros hijos más, “felizmente no todos llegaron al velorio, sino
yo lo sacaba del cajón”, dijo Graciela mientras se reía.
Miguel, el hijo mayor de Filiberto, aprendió a
sobrellevarse con sus medios hermanos, Graciela lo conoce y nos dice “es un
buen muchacho, no tiene la culpa de lo que hizo su papá”, al parecer el hermano
mayor, se habría ganado a la familia.
“Yo estoy tranquila, no reniego ni he renegado
casi nunca, puedes preguntarle a cualquiera de mis hijos”, dijo la mamita
Chela. Al parecer los golpes de la vida la han vuelto fuerte, sin embargo sigue
siendo dulce.
“Mis hijos se pelean para visitarme, si me voy
a la casa de uno, el otro se queja porque piensa que tengo preferencias, y así
me pasa con todos”.
Con 28 nietos y 11 bisnietos, ella continúa siendo
un encanto, es como la mamá gallina, siempre dispuesta a jugar y cuidar a sus
pequeños. Viaja a menudo a visitar a su familia en Ica, sus hijos y nietos
también van a pasar las vacaciones allá, la “mala racha” ha pasado.
Ella no tiene vicios pero nos dijo, “Me gusta
jugar con los casinos y el bingo” y al parecer sería su única distracción. “Tengo
mis amigas en el tragamonedas, pero el doctor me ha prohibido estar en ese
ambiente”.
“Me siento contenta, creo que soy una buena
mamá, ahora voy a vivir mi soltería” dijo riéndose la mamita Chela, quien hoy
vive con Elizabeth, en Barranco.“Todos vienen a visitarme seguido, me acaban de
decir que mi hijo de España, llegará el próximo mes”.
Después de tantos años de lucha, a nuestra
mamita Chela le toca disfrutar, dejándonos su perseverancia, paciencia y amor,
como ejemplo de vida. Ella es nuestra súper mamá.
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