"EL TIEMPO VALE MÁS QUE EL DINERO"
POR ELIZABETH MEDINA MARTÍNEZ
Dicen
que todo empleo es digno, pero no todos son suficientes para alguien que tiene
un hijo. Lidia Carlevarino Vela, tiene 23 años. Es una joven vivaz y a simple
vista nadie imagina que es madre de un hermoso niño de 2 años. Ella vive en el
distrito de la Perla, en el Callao. Ha vivido allí toda su vida desde su
nacimiento, su hermana mayor vive en España y ella es la última de ocho
hermanos, la engreída como todos dirían. Fue una chica inquieta y revoltosa, las
drogas aparecieron un día en su camino llegando a tener problemas con la policía
por una pelea callejera en la que participo pero lucho por salir de esta situación, estudio secretariado
un tiempo pero por problemas económicos se vio obligada a abandonar la carrera.
Comenzó a trabajar a los 17 años, pese a todo siempre ha sido muy
independiente. Su primer empleo: Vender ropa en una galería de Gamarra. En
aquello le fue bien pero quedaba demasiado lejos de su domicilio, decidió
probar suerte y con tan solo 19 años comenzó a trabajar de azafata en un
restaurant ubicado en el distrito de San Miguel llamado: “Sabukka”. Le dedico
dos años a este trabajo, se gano la confianza de los dueños y poco a poco se
convirtió en la azafata principal y más experimentada. Cuenta que en su primer
día, las azafatas antiguas intentaron aprovecharse de ella mandándole más
obligaciones que a las demás pero ella nunca se dejo. En su vida personal, Rubén
Guevara es su pareja sentimental desde el colegio, allí estudiaban juntos. No hacían
planes a futuro pero cuando ambos tenían 21 años, ella quedo embarazada. Fue
una decisión difícil dada la importancia que tendría en la vida de ambos, las
familias no estuvieron muy contentas en un primer momento pero aceptaron su
decisión de tener al bebe y los apoyaron como pudieron. Ella jamás pensó en el
aborto, para ella esa es la decisión más cobarde que una mujer puede tomar. Las
cosas no fueron fáciles, tuvieron que instalarse en el segundo piso de la casa
de su suegra pero poco a poco se la ingeniaron para que Geremy Luciano llegara
a un hogar cómodo. Rubén ingreso a trabajar en el serenazgo del Callao, donde
labora actualmente. Lidia trabajo en “Sabukka” hasta que tuvo una complicación
con su embarazo y esto la obligo a abandonar su empleo. Luego del parto ella se
tomo seis meses para ser madre por completo, luego de eso la situación la
obligo a buscar trabajo nuevamente, “Sabukka” volvió a abrirle las puertas y
ahí trabaja desde hace 1 año. Todos los días, se levanta temprano, deja el almuerzo
listo y a las 10:00 lleva a su “príncipe” a la guardería para luego dirigirse a
su trabajo. El restaurant donde ella labora se ubica en Jr. Intisuyo 337 en
Maranga, San Miguel. La especialidad son los pescados y mariscos pero también
se encuentran platos criollos y comida internacional. El restaurant inicio
siendo un pequeño huarique, era tan solo una cochera y poco a poco se fue
expandiendo. El local le pertenecía a una junta de socios conformados por la
familia Arnaiz, para luego ser vendido en su totalidad a su actual dueño:
Manuel Arnaiz Carrizales. El nombre significa “sabor” en africano, la única
competencia de dicho local es el restaurant del mismo rubro que esta ubicado
justo al lado: “El Chef y el Mar”. Ella me cuenta que “Sabukka” tuvo excelentes
épocas, hace 15 años que abre sus puertas al público todos los días. Antes no
los afectaba la competencia, había público suficiente para ambos locales. Hoy
en día, su demanda ha bajado un poco, suele hacerlo por temporada de invierno
pero se debe más que nada a su inestabilidad por parte del personal. Sus jefes
son buenas personas, pero no por ello dejan de sentirse presionados en uno que
otro momento al ver que su negocio no mejora, su jefe es de aquellos a los que
les cuesta controlar sus impulsos. La selección del personal esta a cargo de la
mama de su jefe, la señora Olga Carrizales Stoll. Buscan jóvenes, dinámicas,
carismáticas y con buen trato al público, lo más importante tener
disponibilidad de trabajar desde las 9:30 de la mañana hasta las 5:30 de la tarde.
Si, este es su empleo pero Lidia asegura
que tiene sus pro y contras, una ventaja es la flexibilidad en el
horario que se le otorga por su condición de madre y en el conoce a todo tipo
de persona, una de las desventajas de este trabajo es la informalidad, ella no
esta en planilla y ni siquiera gana el sueldo mínimo. No se respeta su horario
de trabajo, no le reconocen horas extras. Si el cliente que va al local es un
comensal ya conocido están obligadas a esperar que se retire. Además el local cuenta
con todos los permisos en regla, pero hace poco tuvieron un cierre temporal
ordenado por la SUNAT por no entregar boletas y facturas. Ella y el equipo de chicas que laboran aquí, 6 en
temporada de verano y 3 en invierno, lucen un uniforme dorado con un sencillo
mandil negro. El cual se les proporciono hace solo 2 semanas, reemplazando al
polo blanco que llevaban todas en el verano. El uniforme corre por cuenta del
dueño, pero al finalizar sus labores todos deben devolverlo. Estas son las
condiciones en las que Lidia labora,
podría encontrar trabajo en otro lugar donde recibiría mejores remuneraciones y
beneficios pero eso significaría sacrificar su rol como madre. Si el
restaurante cerrara, ella se vería obligada a aceptar nuevamente su antiguo
trabajo. Tendría que buscar a alguien con quien dejar a su hijo, alguien que le
brinde seguridad y confianza por que el lo
es todo para ella. Es el motor que impulsa su
vida y por el cual esta dispuesta
a seguir con su empleo que si bien no satisface todas sus necesidades, al menos
le da tiempo para ser mamá.
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